domingo, 20 de febrero de 2011



     Situado a poco más de 5 kilómetros hacia el Suroeste de Navia se encuentra el poblado castreño de Coaña. Su emplazamiento es estratégico, en lo alto de un cerro, desde donde se divisa un amplio valle por donde discurre el río Sarriou.
     El castro de Coaña está altamente fortificado. Al Norte aparecen una serie de murallas escalonadas, mientras que en la zona Sur nos encontramos con una única muralla.
     La estructura del poblado es irregular. Predominan las calles angostas y cortas, que aparecen diseminadas por todo el recinto. Una calle más ancha corta de Oeste a Este el  poblado.
     En total, son 96 viviendas las que configuran el conjunto castreño. Predominan las viviendas de planta circular construidas en mampuesto de pizarra (84 por ciento del total); el resto son rectangulares (pero sin esquinas en ángulo recto, sino circulares)o también de forma ovoidal. En algunas ocasiones prcede al acceso a la vivienda un pequeño vestíbulo que adquiere diversas formas (circular, rectilíneo, embudo, etc).
     Respecto a las dimensiones de las viviendas se aprecia cierta igualdad en las circulares, mientras que las de planta rectangular son de un tamaño más desproporcionado. Las distintas construcciones que configuran estos pequeños núcleos urbanos con toda seguridad sirvieron para distintos usos (viviendas, almacenes, lugares de reunión, etc).
     Existen también en este poblado dos tipos de desagüe:
1º. Uno de ellos que recorre parte del poblado de Sur a Norte, de clara influencia romana.
2º. El otro, situado al Sur del poblado, transcurre de Oeste a Este, excavado en roca viva.
     En cuanto a los elementos muebles que se conservan en el castro de Coaña, destacan, en primer lugar,  las piedras con cazoletas que van desde las formas más simples (una o dos concavidades) hasta las más complejas (hasta cinco), cuya función podría haber sido la de triturar escanda, bellotas y castañas. Parece ser que estas piedras con cazoleta serían de época anterior a los molinos de mano giratorios de clara influencia romana y que se utlilizaron para moler los cereales.
     Otro elemento importante dentro del conjunto catreño es una alberca o bebedero para el ganado, realizado en piedra muy dura y resistente (granito) y cuyo peso llega a superar las cinco toneladas.
     Analizando todos estos elementos podríamos decir que las principales actividades económicas del poblado serían las agrícolas, especialmente el cultivo de los cereales, alternando estos cultivos con el aprovechamiento de los recursos que se podrían encontrar en su entorno natural (bellotas, castañas, moras...) y también, en menor medida, las actividades ganaderas (ovina, caprina, caballar, bovina...).
     Desde el momento de su descubrimiento y primera excavación, realizada a finales del S. XIX por el padre Flórez, hasta las más recientes llevadas a cabo por el arqueólogo Elías Carrocera, se han barajado diversas hipótesis respecto al origen y datación cronológica del yacimiento. El caballo de batalla de la investigación se centra en determinar la naturaleza céltica y prerromana del poblado. Las teorías clásicas daban por seguro el origen céltico del castro, basándose en su estructura irregular la forma circular de las viviendas, su situación estratégica y el carácter defensivo con la construcción de una serie de murallas. Sin embargo, las últimas excavaciones arqueológicas nos indican una datación cronológica mucho más reciente; sería, por tanto, de época romana y no iría más allá del S. I d.C., como lo testifican los restos materiales encontrados (cerámicas, monedas).
     Otra hipótesis intermedia sería la de don Francisco Jordá, que insiste en las influencias célticas del castro, pero de época romana, debido a las migraciones de algunos pueblos celtas de la meseta.
     A principios del S.II d.C, los castros situados en el Oeste asturiano están en una fase de decadencia, posiblemente por la pérdida de la función para la que habían sido creados. Esto puede ser observado por la ruina en este periodo de las defensas que no fueron reconstruidas, aunque, posiblemente, algunos de estos castrossiguieron siendo ocupados y, con toda certeza, lo fueron durante el Bajo Imperio romano

Catedral de Oviedo.
    La Catedral de Oviedo es sin duda la obra más importante del gótico asturiano. Es de estilo gótico florido. Se tiene documentación del siglo XV con la que se demuestra que trabajaba en ella Bartolomé Solórzano, arquitecto procedente de Trasmiera (Cantabria) y que había intervenido ya en la catedral de Palencia.

    Se inician las obras alrededor del 1385 avanzando con rapidez la cabecera, formada por triple ábside. Sin embargo, al entrar en el siglo XV las obras se ralentizan bastante durante 70 años hasta que de la mano de Alonso de Palanzuela se da un importante impulso al edificio.
    En el exterior nos encontramos con la torre gótica con un hábil retranqueo de sus cinco cuerpos. Es torre única pues no pudo construirse la otra por falta de presupuesto. Torre famosa en la literatura española del siglo XIX pues es una de las protagonistas inertes de la novela de Leopoldo Alas «Clarín» La Regenta. Desde su altura y con ayuda de un catalejo, vigilaba la ciudad Don Fermín de Pas, el Magistral.

    Pórtico, formado por tres puertas que corresponden a las tres naves. Las puertas son de nogal del siglo XVIII. Las dos hojas de la puerta del centro están dedicadas a San Salvador y a Santa Eulalia de Mérida, ambos patronos de la catedral y del Principado de Asturias. Se accede al templo por la puerta de la izquierda. 
    Lo resultante de tan largo proceso constructivo de esta catedral de Oviedo es un edificio básicamente edificado en el siglo XV de estilo conservador, estructurado en tres naves y capillas laterales, largo crucero y cabecera tripartita. Los absidiolos laterales se eliminaron para construir la girola del siglo XVII. Las bóvedas son de crucería simple menos en la nave central donde son estrelladas.
    El alzado se materializa mediante la secuencia de arco formero, triforio de doble arco con tracerías y piso superior iluminado por ventanal compuesto por dos arcos calados cobijados por arco escarzano.
    La catedral tiene la forma de planta de cruz latina, cabecera única, tres naves con capillas, girola. El segundo cuerpo tiene una galería gótica de dobles ventanas. El tercer cuerpo es donde están las vidrieras.

    A ambos laterales interiores de la catedral caben destacar una serie de capillas como:

    La Capilla de Santa Eulalia es de estilo plateresco del siglo XVII. Tiene un templete central con la urna de plata con los huesos de la santa. Alrededor de este templete se arremolinaban los peregrinos. Es una capilla bastante lujosa.
    La Capilla de la Anunciación o de los Vigiles del siglo XVII. Grandiosidad decorativa. Tiene una reja hermosa del siglo XVII.
   La Capilla del Rey Casto. A la izquierda de la puerta y antes de entrar se puede ver una inscripción pétrea de Alfonso III el Magno. En esta capilla estuvieron sepultados algunos reyes asturianos. Fue el primer panteón de la monarquía española.
    Capilla Mayor. Tiene un grandioso retablo mayor que representa la vida de San Salvador. Intervinieron en él, Giralte de Bruselas, León Picardo, Alonso Berruguete y Juan de Balmaseda. Hay cuatro escudos en las esquinas pertenecientes a los prelados que mandaron realizar la obra.
    La Capilla del Santo Cristo de Velarde, gótica. Su retablo es barroco y en el centro hay un Cristo crucificado atribuido a Berruguete (siglo XVI). Es una de las joyas más valiosas de la catedral. 

    La Capilla de San Martín, del siglo XVII. Retablo con la imagen del santo en el centro. Arriba, la Inmaculada. En el zócalo, los Padres de la Iglesia.
    El Retablo de la Inmaculada en el crucero, en el lado norte. Del siglo XVIII. Era el lugar preferido de los peregrinos junto con la de Santa Eulalia y la hornacina de la Hidria (palabra que nos viene del griego a través del latín y que significa cántaro o vasija grande).
    La Hornacina de la Hidria, es del siglo XV. Según se cuenta, la hornacina contiene una de las 6 tinajas de las Bodas de Caná. Admite 100 litros. Se muestra al público el 21 de septiembre, festividad de San Mateo y se puede beber del agua previamente bendecida. Normalmente está cerrada al público y pasa totalmente desapercibida.
    Sobre las pechinas de los arcos torales hay bustos de varios reyes asturianos.

    En la nave norte hay un buen retablo de la Virgen de la Luz del siglo XVI, de la escuela de Juan de Juni. A su lado, cuatro pequeños apóstoles; en el ático está la figura de Dios Padre. Tiene también dos imágenes en mármol de San Pedro y San Pablo del siglo XVIII. Había la costumbre de girar la llave de San Pedro para abrir al alma las puertas del cielo.

    En la misma pared se encuentra el Panteón de Reyes. Es una buena solución arquitectónica de 6 nichos con 6 urnas funerarias.

   La  imagen de San Salvador, escultura delsiglo XIII que está adosada al pilar del arco sur del crucero (en la girola). Era la meta principal para los peregrinos. A sus pies rezó largamente el papa Juan Pablo II en 1989.
El Claustro es obra gótica. Lado norte y 2 tramos del este (contiguo a la sala Capitular), gótico clásico. Lado sur y oeste, gótico del siglo XIV. Lado oeste, gótico florido, siglo XV. El piso superior es barroco del siglo XVII. Sala Capitular gótica del siglo XIII. Retablo llamado de Las Lamentaciones, del siglo XV.
EL MUSEO DIOCESANO
    El Museo diocesano se encuentra en el claustro alto de la catedral, al que se accede desde el crucero sur de la catedral, tras pasar la Torre Vieja. Posee una importante colección de orfebrería. Sin embargo, lo más importante del museo se guarda en la Cámara Santa. Son cuatro piezas únicas de la época medieval, de incalculable valor artístico: la Cruz de los Ángeles (siglo IX), la Cruz de la Victoria (siglo X), la Caja de Ágatas (siglo X) y el Arca Santa (siglo XI).

    El Museo de la Iglesia es de titularidad eclesiástica y está localizado en el claustro alto de la catedral. A cargo del arquitecto Antonio González-Capitel, se inician las obras de adecuación en 1982 y finalizan en 1990 cuando se inauguró (25 de junio de 1990).
    Bajo el tema de la Iglesia, de la Salvación, de la Virgen María y de otros se exponen retablos, cuadros y esculturas, cruces, objetos litúrgicos, iconos, libros litúrgicos, cantorales y casillas de gran interés histórico y artístico que se distribuyen en un vestíbulo y ocho salas. Presenta la particularidad de que cada una de estas salas va encabezada por un epígrafe con textos bíblicos y catequéticos para orientar al visitante sobre la temática en la que se centran.
    En total la colección consta de unas 243 piezas de arte sacro de patrimonio catedralicio y de varias parroquias asturianas. Podríamos destacar, entre otras, un Díptico de la Pasión (realizado en marfil), esculturas de Antonio Borja, una bella cruz bizantina, etc.
    En 2010 se publicó un catálogo dirigido por Ramón Platero en el que se describen 328 de las 356 obras de arte que en total posee este museo.